1. Alta reactividad: el dióxido de azufre es propenso a reaccionar con diversas sustancias como agua, oxígeno y álcalis.
2. Blanqueabilidad: El dióxido de azufre puede combinarse con sustancias coloreadas para formar compuestos incoloros, que se utilizan ampliamente para blanquear pulpa, seda, paja y otros materiales.
3. Anticorrosión y antibacteriano: el dióxido de azufre puede inhibir el crecimiento de varios microorganismos (como bacterias y levaduras), lo que lo convierte en un conservante y preservativo eficiente.
4. Reductibilidad: El dióxido de azufre tiene una fuerte capacidad reductora y se utiliza como agente reductor en la producción química y el tratamiento de gases residuales.
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